miércoles, 12 de enero de 2011

El inicio.

Blanco.


Y allí estaba de pie, sentí la brisa cálida en mis mejillas...era solo un paso, como el que das cuando eres pequeño, para poder comenzar a vivir, el mismo daría yo, pero para cumplir con un fin totalmente contrario.

15 de noviembre de 1994.

Un dolor de cabeza atroz me acechaba desde hace horas, solo había tratado de ignorarlo mientras atendía rápido en el almacén de Phil.
Odiaba trabajar ahí,pero era lo único que podía hacer para poder comprar al fin el maldito auto que quería hace un buen tiempo, y así no tener que depender de mi padre que ponía aquella cara de agrietud que siempre hacía cuando le pedía un favor. Mi familia era simple, creo...estaba compuesta por mi mamá, la cual trabaja de secretaria hace años en una empresa importante de la localidad donde vivo, aunque a pesar de eso, el sueldo que ganaba apenas le alcanzaba para ella, por lo tanto, el otro componente de mi familia, mi padre, trabajaba de lunes a sábado fuera del condado, y el domingo llegaba devastado a hecharse en la cama a dormir todo el día.

Por otra parte están mis hermanos, el mayor de ellos es un fracaso total, ha repetido el curso dos veces y nos topamos varias veces en el día (lamentablemente), el otro es el más pequeño de los tres (soy la del medio) y realmente es un problema con piernas que sólo grita y llora cuando no puede obtener lo que quiere.

Entonces suena el celular, como me lo esperaba era mi papá que venía a recogerme...(maldición, como necesito ese auto)...me saquè el delantal de la tienda y me despedì de Phil...bueno, más o menos, solo le anuncié que me iba a través de la puerta, la cual llevaba cerrada alrededor de dos horas, y obviamente no se encontraba solo.

Llegué a mi casa, no muy tarde, con mi padre al que no soporto. En mi casa se encontraba mi madre, como siempre muy ocupada en la cocina revolviendo una olla con una sola mano, mientras que con la otra sostenìía el celular y hablaba algo que realmente no me importaba mucho. Me preguntó si quería algo para cenar, y aunque me sonoban las tripas le dije que no tenía hambre y que me iría a dormir porque estaba muy cansada y tenía que levantarme temprano mañana.

Abrí la puerta de mi habitación dispuesta a tirarme de bruces a mi cama... pero me encontré con mi hermano pequeño durmiendo plácidamente en ella.
RAYOS!, exclamé, enojada, furibunda, colapsando de ira.
-Qué ocurre!, -escuché que gritaban desde abajo.
-Es Tommy, que está una vez más durmiendo en mi cuarto, cuantas veces les he dicho que si dejo la puerta cerrada, significa que nadie debe entrar! (ahora que lo pienso... monté un cuadro colérico más allá de toda cavilación lógica...)
-Ya va! ya va!- respondió mi mamá, mientras subía la escalera a pasos pesados.

Tommy al sentir los pasos de mi madre y mis gritos, se despertó de golpe sin entender mucho, me miró y me preguntó que era lo que pasaba, lo miré de la peor manera posible y le dije que estaba durmiendo en mi cama, resaltando el "MI", asustado salió corriendo a su cuarto, en el trayecto se golpeó con varios objetos del pasillo, lo cual me hizo sentir ganas de reir un poco, pero no fué suficiente como para demostrarlo.

Resolví hecharme tal cual estaba a dormir, ya no me daba la conciencia para seguir peleando...apagué la luz, y rogué que otra cosa no surgiera.

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